viernes, 19 de junio de 2009

AVIDEZ DESMESURADA:"EL MITO DEL REY MIDAS"


Cuadro de Poussin. El rey Midas
agradece a Dioniso la quita del
don.

La leyenda más impactante por su contenido relacionada con el rey Midas, es aquella según la cual en gratitud de su comportamiento deferente para con Sileno, un hombre del cortejo de Dioniso perdido en la montaña y encadenado por error, éste le concedió al rey Midas, a su pedido, la gracia de que se convirtiese en oro todo lo que tocase. El don aparecía fabuloso, y ciertamente en la primera aproximación nos despierta envidia y la codicia se moviliza en nuestro interior; ¡Uno podría tener toda la guita!; y ¡Con lo que nos cuesta ganar un mango! Pero a poco de andar Midas tropezó con la realidad de una vida imposible, en razón de que ni alimentarse podía, dado que los frutos que tomaba para su ingesta se convertían automáticamente en el preciado metal (Ni quiero pensar en que habrá pasado cuando acarició alborozado a la reina para darle la buena nueva...o por cualquier otro motivo…). Desesperado se presentó ante Dioniso quién arbitró los medios para librarlo de aquella pesadilla. La enseñanza que nos aporta la leyenda tiene virtud de operar como una fuerte parábola, y en resumen viene a decir que el ansia desmesurada, permanente y progresiva de acumular bienes, es a la postre, destructiva e inviable. Produce además el vaciamiento de nuestra interioridad espiritual, con pérdida de los valores cardinales que aportan sentido a nuestra condición humana. Obsérvese que Midas no pide lo necesario para vivir y el eventual aditamento de los bienes demandados para dar atención adecuada a su calidad regia. Espoleado por una voracidad sin límites pidió el máximo, y a poco habría de concluir en lo irrealizable de tan extrema de codicia. Sucede que muchos humanos agotan sus desvelos en acrecentamiento de su fortuna y al cuidado y preocupación que les ocasiona el cuidado de las misma; y esa vorágine tienden dejar jirones de sus principios morales; ¡Y convengamos que ya es una falta de ética el acumular riqueza por encima de lo resultaría de una división más equitativa de lo material! La lucha por una mayor justicia distributiva está entablada, y corresponde su logro al accionar político, del cual nadie debe considerarse ajeno. Obtenida la satisfacción de las necesidades mínimas dediquemos nuestro tiempo a nuestra formación espiritual y a trasmitir educación y principios morales a quienes nos rodean. A ser, dignamente, alegres y felices, lo cual no se condiciona, en lo importante, por lo material.

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