martes, 2 de junio de 2009

"EL CHE GUEVARA": UN TORPE AVENTURERO IDEALISTA

Vamos a circunscribir nuestro análisis exclusivamente al desempeño de Guevara en Bolivia. No ya un estudio sociológico de avanzada, sino la mera percepción visual “in situ” de las condiciones imperantes en la zona elegida para el inicio de las acciones, a poco de ser analizadas con el mínimo sentido crítico, habría sido suficiente para convencer al revolucionario marxista-leninista, y muy probablemente trotskista, de la inviabilidad de un emprendimiento en el cual se comprometía por definición la pérdida de vidas humanas. Era palmario que no existían las condiciones de clase proletaria, en el sentido de extenso número de personas empleadas por uno o varios patrones, quienes al conjuro de ese contacto dado en el desempeño mutuo hubiesen tenido ocasión de desarrollar un sentimiento común reivindicativo dirigido a la patronal expoliadora; eran personas rústicas que trabajaban de un modo primario su predio individual: eran, para mejor decirlo “capitalistas” de dimensión atomizada, agradecidos y defensores acérrimos, como que era su medio de vida, de sus bienes, entre los que se contaba el escaso ganado, casi exclusivamente caprino. Además se evidenciaba la ignorancia d esa gente en cuanto a doctrinas enderezadas a la más justa distribución de la riqueza, ni siquiera en las formas precomunistas de los movimientos sociales. Agravaba más la carencia de empatía el hecho de que los “intrusos” presentasen características raciales diferentes a las de ellos, y a la vez los ubicaba claramente en la condición de extranjeros. Todo esto da asidero a lo consignado por los guerrilleros, en el sentido de haberse encontrado frente rostros impertérritos, que escuchaban impávidos e inexpresivos las exposiciones doctrinarias dadas en algunas ocasiones. Ubicados en el lugar, media hora de observación, orientadas las conclusiones por el sano juicio antes que por la tensión del músculo o la predisposición aventurera, habrían aconsejado posponer el intento u ocultarse hasta hacerse fuertes en una región más adecuadas; habrían advertido la no existencia de de un "foco" al cual alimentar con su presencia, por lo menos no en lo inmediato: Hay momentos y momentos para actuar y aquél no lo era; en lugar de comprenderlo se pusieron a matar soldados bolivianos sin ton ni son. Aquello más que un suicidio fue un accionar descabellado. Recordamos con gozo los dos soldaditos dormidos en la caja trasera de un camión militar, que pasaron en sentido de ida y vuelta frente al puesto de tiro del Che, y éste consigna en su libro de memorias no haberles disparado por piedad, bien que deñala su preocupación de haber aparecido como “flojo” frente a sus dirigidos; los dos se salvaron providencialmente de la concepción demencial de esa lucha.

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