martes, 26 de mayo de 2009

"MAYO DEL 68": EL RECLAMO DE OTRA VIDA

Lo que dio en llamarse Mayo Francés o Mayo del 68, estuvo constituido por acciones de convulsión estudiantil. La chispa pareció encenderse el 22 de Mayo de l968, cuando ocho estudiantes de Nanterres (una universidad cercana a París), entre los que se encontraba Daniel Cohn-Benedit, conocido en todo el mundo como El Rojo, protestaron por el arresto de seis miembros del Comité Nacional d Vietnam. La policía, contra la prometido hizo arrestos, lo que avivo el fuego, dio enorme crecimiento y diseminación al movimiento de protesta.
En poco tiempo las acciones se derramaron hacia otros ámbitos, como por ejemplo el sindicalismo y otras actividades no organizadas que también se plegaron a la huelga general amenazando con paralizar el país. El núcleo central del movimiento siempre estuvo centrado en el estudiantado, quien consecuente con las ideas prevalecientes en la época eran de filiación marxista. Así aparecieron banderas o pancartas con imágenes de Marx, lenín, Mao, Trotski, Fidel Castro y el Che Guevara. , aunque no faltaron algunas expresiones anarquistas de extrema derecha. A cincuenta años vista las condiciones inmediatas del movimiento, profundas y con incidencia en diversos ámbitos, se fueron diluyendo al compás de los avatares de la historia. A medio siglo vista, tenemos la convicción que el sentido que animaba al movimiento estudiantil se percibe mejor en los eslóganes que pintaron en sus graffiti y otras formas de expresión: la celebérrima “Prohibido prohibir”, “Todo es posible”, “No le pongas parches, la estructura está podrida”, “”El aburrimiento es contrarrevolucionario”, “La imaginación al poder”, “seamos realistas, pidamos los imposible”, etc. Importaba una declaración patética y vociferante con lo vivido. Era el hartazgo de transitar una vida resumida en el ciclo de nacer, copular, tener descendencia y morir, dando a esto último la tonalidad liberadora de haberse sacado de encima la mochila. No querían reiterar el proceso nietzscheano del eterno retorno; no al tedio; querían otra vida, menos determinada de antemano y abierta a la imaginación creativa. Pero ello significaba otra cosmovisión, y, por tanto, más allá de las facultades humanas.

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