martes, 5 de mayo de 2009

PROCESO AL JUICIO POR JURADOS: DOCE HOMBRES EN PUGNA

Es el número e miembros con que tradicionalmente se integran los jurados en el sistema judicial de la mayoría de los estados de los Estados Unidos de Norteamérica. En el caso, todos los miembros menos uno concurren al inicio de las deliberaciones con la convicción de estar frente a un caso cuyo veredicto claro debe ser el de “culpable”, supuesto que, para la legislación vigente en ese momento habría implicado la condena a muerte de un joven, acusado de parricidio; hasta allí no hay objeción que formular, atento a que han recogido los basamentos de sus votos iniciales en las percepciones recogidas durante el proceso y a través de actuaciones que deben reputarse válidas desde que fueron cumplidas bajo la supervisión de un juez; y hasta es posible que hubiesen arribado a una decisión justa, ya que en este orden de reconstruir episodios acaecidos en el pasado el ser humano nunca será dueño de la verdad absoluta. El conflicto ético se suscita aquí por las evidencias reflejadas por algunas personalidades en las que observamos con horror las premisas subyacentes que gobiernan sus desempeños durante el debate: el apuro de concluir en término para asistir a un evento deportivo; lamentar el tiempo insumido por la pérdida que significa la consecuente desatención de los negocios; el declararse de un modo rampante, y sin rubor alguno, incapaz de formular principios y reflexionar en virtud de tener un patrón que usualmente lo hace por él; también alguien es manifiestamente superficial, trivial y fútil que continuamente transita por la epidermis de los diálogos y alternativamente cambia su voto sin dar razón de porque lo hace. Hasta aquí la suma de ejemplos de que somos capaces los seres humanos cuando manejamos asuntos en los que no tenemos un interés personal involucrado. Pero también están presentes quienes defienden determinada posición por un prejuicio de clase social, o actúan cargados de violencia en virtud de sentir reflejada en la persona del acusado recuerdos de dramas experimentados en sus vidas privadas. Tampoco es propio que la solución en definitiva tenida como correcta se adopte luego de una trabajosa gestión de quien se constituyó en líder de esa causa; porque ese líder podría no haber existido o haber orientado su conducción hacia un objetivo opuesto o meramente diferente, si las circunstancias hubiesen sido distintas o las motivaciones de quien asumió el rol de conductor careciesen de la pureza que se evidencia en el caso. El juicio por jurados es el real condenado en el filme

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