LA BANDERA DE LA DISCORDIA, EN EL CLASICO
Es en verdad irritante el prejuicio inmoderado, rayano en el ridículo, con que algunos medios y voceros han tomado la colocación del cartel, colocado en las tribunas del último clásico Boca-River, en que se reclama transparencia en la difusión de los partidos. Evidentemente, con ellos se persigue una finalidad y no se está en condiciones y no tomamos posición al respecto porque ignoramos el contenido específico de la propuesta. Pero alegar que el gobierno ha llegado al extremo de la degradación por haber pactado con una organización mafiosa para el mero acto material de organizar el sostén del cartel, supone encontrarse animado de un espíritu de tirria antagonista de vuelo muy bajo. En principio se desconoce quienes estuvieron involucrados en el hecho. Los intereses susceptibles de perseguir el cambio de los convenios vigentes pueden son varios, alentados por propósitos nobles u egoístas, o como un modo de crear un clima de reflexión que aliente futuras medidas defensa del interés general. Pero aún cuando el trabajo material y coordinación lo haya cumplido el grupo generalmente conocido como “barra brava”, la calificación de mafioso o delictivo para el mismo dista mucho de ser aceptada; es un fenómeno sociológico sobre el cual se han vertido las calificaciones más opuestas. Pero en todo caso habrían tenido intervención en una función banal, intrascendente. Grave es que el paneo “¡ACCIDENTAL!” de las cámaras enfoquen, reiteradamente, en una posición de alta rentabilidad política. a candidatos de la oposición.
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