miércoles, 29 de abril de 2009

"EL LAMENTABLE ERROR DE RUSSEAU"

A nuestro entender, la condición humana responde a un principio rector nunca mejor y más acabadamente expresado a expresad que Tomás Hobbes (l588-1679) la real naturaleza de la condición humana. En su célebre tratado “El Leviatán”, rótulo que en si mismo dejaba establecida la teoría de que el estado merecía la categorización de monstruo poderoso, que había sido instituido por los hombres por motivaciones exclusivamente egoístas. Al contrario de lo preconizado en su romanticismo por Juan Jacobo Rousseau, en cuanto hacía el panegírico del “salvaje noble” y tenía por lema el “retorno a la naturaleza”, en el supuesto de que el hombre primitivo, inocente y bondadoso, había sido corrompido por la tiranía y maldad de la ciudad civilizada.
Hobbes no se anduvo con chiquitas, no se dejó arredrar por concepciones emocionales alambicadas.
En el estado natural lejos de conformar un paraíso de de inocencia y felicidad, era un infierno de miseria general. Todos luchaban entre sí. Dice literalmente “…el ser humano llevaba una vida solitaria, sórdida, pobre, brutal y breve”..
Inserta en una obra esencialmente concebida para la exposición de su teoría política, Hobbes da su visión contundente de la sordidez y brutalidad de la condición humana. De allí concluye, los hombres conformaron una sociedad civil, El Estado, para evitar la continuación de la guerra de uno contra todos, pero cada un la búsqueda egoísta de su seguridad. De allí se tiene que no fue un espíritu comunitario de búsqueda del bien común él que llevo a los hombres a celebrar el “Contrato Social”, para usar los términos que dan título al celebérrimo libro de Rousseau: fue la egoísta necesidad crear un valladar de amparo contra su crueldad y su perfidia que los destrozaba mutuamente.
El idealismo alemán también aporto esclarecidos pensadores en definir la verdadera quintaesencia del ser humano, quizás en una dirección no prevista y deseada por los creadores del movimiento.
Arturo Schopenhauer (1788-1860), filósofo que tiende a ser injustamente olvidado, tal vez porque nadie quiere recordar a quién nos grita la realidad de nuestras miserias. Este autor sostiene que la fuerza de voluntad, definida como la pulsión inconsciente y ciego de sobrevivir que lleva a los fuertes a devorar a los débiles sin misericordia. Concluye que este mundo es depravado por definición. El egoísmo, el dolor y la miseria son inseparables de la vida y de allí que ésta sea insoportable. No citamos a Nietzsche, autor seguramente influenciado por Schopenhauer, por que aquél no nos dice como somos, sino como nos conviene o debemos comportarnos para sobrevivir y prevalecer. En su pensamiento se tornan en vicios las cualidades exaltadas como virtudes hasta ese momento: los sentimientos de humildad, compasión por los débiles y enfermos, debe ser desterrados. Lo importante es desear el poder, obtenerlo y ejercerlo y hacer sucumbir toldo lo proveniente de la debilidad, porque su respecto o protección sería una “moral de esclavos”.
El carácter inmoral, cruel, egoísta y de una morbosidad espeluznante ante el horror, ilustra todo el devenir humano. Esta presente en casi todos los actos trascendentes de la historia de la humanidad. A partir de esta conclusión seben elaborarse todas las las reflexiones valederas hacrca de la conducta de los humanos, desde los angesles Alcanzapelotas, pasando por los pibes corros, y los proyectos ideales de justicia social.

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