EL FUTBOL Y NUESTROS HUECOS EXISTENCIALES
La felicidad, en cuanto devenir privado de carencias, de pesares de conflictos, de angustia sin tensiones, debe ser insoportablemente aburrida. Es lo que los que en inglés se designa como “boring”, y su significado de aburridor más que aburrido, actuando en el caso como verbo más que en la condición de adjetivo. El mismo Shopenhauer destaca las diferencias que dio enfrentar Dante para escribir en la Divina Comedia el capítulo concerniente al Paraíso. De allí que de vez en cuando concurra a una fiesta; solo de vez en cuando de manera de modo que el evento no se convierta en una tediosa repetición –o sea, no se puede hacer habitualidad de la francachela, pues entonces entra el orden de la rutinario; invéntese un viaje, en la medida que tal decisión encuadre en sus posibilidades y presente, desde al análisis de partida, motivos de interés. Pero igual habrán de subsistir espacios de vacío existencial que reclama a gritos una razón para llenar el hueco con interés y algún grado de pasión, ya sea estén implicados valores esenciales de la condición humana, o se trate simplemente de una ficción. Lo primero puede conducir a confrontaciones serias, incluso la guerra. Lo segundo, por lo menos en nuestro país, lo aporta el fútbol; discernir si un jugador estaba o no diez centímetros adelantado banal y hasta fútil, pero ¡Cuánto elemento de discusión apasionada, nos permiten estos detalles!.
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