lunes, 27 de abril de 2009

EN LA MEDULA DE LA POLITICA: EL FILM "EL DISPUTADO VOTO DEL SEÑOR CAYO"

Película de excepcional contenido. Debería constituir un clásico del séptimo arte y ser una pieza de culto, incluso de consulta obligatoria para todo aspirante a un cargo electivo. Cuando bregamos por la superación del ser humano, acaso agotamos nuestras miras en el logro de las tres P.P.P. a que se alude en el film como las satisfacciones necesarias y suficientes perseguidas por la burguesía (Una P por el pito, en el sentido se sexo; la otra por pereza, en alusión a la vocación de holgar, en lo posible usufructuando rentas no ganadas, y la última P remite a paladar, la consabido hartazgo de la buena mesa). En otros términos, se trata de que todos alcancen un razonable grado de goce material, y tener esto como el objetivo único al que cabe aspirar, desprovisto de todo contenido espiritual y con prescindencia de cualquier escala de valores morales…da pleno sentido a la expresión del diputado que en última instancia habrá de convertirse en el protagonista medular de la narración; dice: “Daría mi brazo derecho por estar tan convencido como tú” ¿Qué valor envidiable estay plena, absolutamente convencido sin hesitación de nuestras posturas. No da este filme justificación plena al grito de “¡Que se vayan todos!” que sacudió como un rugido a nuestra comunidad, o conturbó las cavilaciones de de los silenciosos, en los primeros años de esta década; y no hemos sentido lo mismo en cada una de las elecciones desde esa fecha; como no suscribir entonces con furia la reflexión tantas veces anidada en nuestro interior. Y el candidato duda sobre los objetivos, finamente analizados, de su esforzada lucha, de allí su principal drama. Pero es imperativo aguzar la imaginación y establecer los cambios institucionales para que la democracia no se agote en el “electoralismo”; que la dignificación de todos y cada uno constituya un postulado prioritario del cuerpo social. Debemos poner en claro que no nos entusiasma el primitivismo del señor Cayo; todos sus conocimientos, aquilatados en años de prueba y error, son cometido específico de la ciencia; resulta sí admirable su forma simple y natural de enfocar los temas vitales de la existencia.

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