"DEBEN SER LOS GORILAS, DEBEN SER"
En el ámbito de la política argentina, el vocablo “Gorila” tiene una acepción casi exclusivamente histórica. Está directamente relacionado con los sucesos del l6 de Junio de l955 y Septiembre del mismo año, así como los asesinatos y fusilamientos que tuvieron lugar el año siguiente. Alude no solo, o más inequívocamente, a la acción cumplida por los militares, como al sentimiento y enraizado en las clase altas y medio altas de la sociedad, y aún a las personas que sin ostentar tal pertenencia los acompañaban en sus miras quizás por mero resentimiento de “haber sido y ya no ser”, como dice el tango, o la vergüenza de no haber sido nunca, no obstante la pretensión de superioridad fácilmente perceptible en sus gestos y actitudes. En determinadas esferas, y aún hoy algunos resabios de ello suelen percibirse, quedaba elegante y era de GENTE BIEN, ser antiperonista. Fue un fenómeno sociológico en su esencia. Y la portentosa revolución de progreso económico, educación universal, salud y mayor equidad en la distribución del ingreso estaba en marcha, y su andamiento se sustentaba en las columnas organizadas de los trabajadores. Quizás no fuese este movimiento, esta alborada de soplo vital que allegaba un sinfín de nuevo esquema de valores el motivo vital de la discordia. Si lo era la circunstancia de que el pobrerío se hubiese constituido en protagonista, y uno tenía que asumir que un CABECITA NEGRA CUMPLIESE FUNCIONES DE RELEVANCIA; ESO ERA INSOPORTABLE ¡CHE!. Y se engolaron de ira, y la ira llamó con furia al derramamiento de sangre. FUE UNA BARBARIDAD. Y de allí que muchos de sus descendientes, liberados de las taras hereditarias se enrolasen en los cuadros del accionar armado de los setenta reivindicando la restitución de los derecho sojuzgados.
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