lunes, 29 de junio de 2009

PROMETEO ENCADENADO: "GRACIAS POR EL FUEGO"





Cuando inspirados por el temor reverencial a la muerte y a la impotencia frente a la magnificencia y portento de los hechos naturales, además de la búsqueda de sentido y justificación de sU paso por la tierra, los hombres creaban una Teogonía, esto es un sistema de dioses con una relación de jerarquía entre los mismos, y la distribución más o menos racional de atributos de los atributos de cada uno, algo les faltaba y era esencial; establecer el conducto por el cual los hombres obtuvieron existencia. En Grecia lo resolvieron con facilidad envidiable: Prometeo, uno de los Gigantes hijos de Gea apareció dotado con poderes suficientes y la ocurrencia de establecer los hombres en el mundo. Pero nada es fácil.

Los hombres fueron vistos con desconfianza por Zeus, en cuanto éste advirtió que se expandían en número y adquirían capacidad potencial de cierto grado de independencia. Para colmo, Prometeo, que los ayudaba, en una ocasión lo hizo mediante una estratagema bastante pueril y anodina que ofendió a Zeus. Cierto día mató un toro y lo dividió en dos partes; en una guardo la carne y la cubrió con cuero y la en la otra puso solamente huesos con la mejor grasa del animal y también la tapo con la pertinente porción de cuero: le ofreció a Zeus que eligiese y este al ver la grasa blanca de la mejor calidad supuso que era la mas apetecible y la tomó para sí; cuando descubrió que había sido burlado, se ofendió mucho y aumento su inquina para con Prometeo. En el episodio anterior vemos a Prometeo volando muy bajo en sus apreciaciones, y era evidente que, hasta ahí, el árbol le tapaba el bosque, como reza la metáfora. Sería mas claro decir que siguió un criterio shomería. Cosa distinta fue su decisión de llevar fuego a los hombres, para lo cual robó una llama del mismo de la fragua de Efeso, otro hijo de Zeus, con una historia muy particular, dedicado a la artesanía de metales, de quien seria interesante hablar en alguna nota. Esto significó un gran paso adelante para los humanos ya que podrían morigerar los efectos del frío, ampliar o modificar su sistema alimentario, operar procesos químicos y de metalurgia, etc.; para ello por supuesto debieron superar el efecto de terror y curiosidad casi mística, inicialmente experimentada por el contacto o la cercanía de tan particular elemento. Zeus al enterarse monto en cólera y condenó a Prometeo a vivir encadenado a un promontorio de las montañas del Cáucaso, y disponiendo que un águila lo comiese el hígado durante el día y se le regenerara durante la noche, de modo que el ave de rapiña pudiese recomenzar su ingesta en el siguiente amanecer. Su enojo era tal que juro por Estige, un río de los internos del infierno no liberar jamás a Prometeo de su atadura a la roca. Pero se dió el caso que después de un tiempo acertó a pasar por allí Hércules, nombre latinizado de Heracles, el héroe mas glorioso y popular de la Mitología Griega; al ver la situación Hércules mató al águila de un certero flechazo. Zeus se sintió muy orgulloso del desempeño de Hércules, y convalido la liberación de Prometeo cumplida por su hijo. En cuanto al juramento, lo dió por cumplido obligando a Prometeo a llevar por siempre un anillo fabricado con metal tomado de las cadenas que lo habían tenido sujeto, al que se adicionó una piedrita tomada de la roca. En este aspecto, el criterio con que se fundamentó el cumplimiento de la promesa, es de sustancia genuinamente argentina; se diría que se encuadra en la doctrina filosófica de Ignacio Copani.

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