MÉDICOS SIN BANDERAS, NI ESCRUPULOS, NI ÉTICA

Los Médicos Sin Banderas, a estar por las manifestaciones y conducta del Médico y Licenciado en economía Ariel Umpierres, arriba en la fotografía, no desautorizadas por la institución, más bien parece constituir un aglutinamiento de logreros despreciables en busca de notoriedad y beneficio, con base en el infortunio de la comunidad. En una persistente campaña en la que el efectismo y el interés político parecen ser sus principales móviles, no deja de esparcir infundios y aserciones erróneas que importan un disparate. Dice que los MANUALES, con que se maneja, como si todos los problemas médicos de este carácter pudiesen ser sometidas a parámetros rígidos inmodificables – justamente cuando nos encontramos frente a un virus de naturaleza mutante y con variantes en su modo de incidencia que obligan a una atención y estudio sobre la marcha y acorde con los resultados – que el virus DEBIO SER AISLADO EN SU FOCO INICIAL, como si la pandemia se hubiese iniciado en Villa Dominico, Claromecó o cualquier otra localidad concreta de nuestro país. La pandemia, hasta donde sabemos, se inició en México y EE. UU. Precisamente se trató de contener el ingreso del virus desde el primeros de los países nombrados, por parecer el más seriamente comprometido, mediante la prohibición inicial d los vuelos desde y hacia dicho país, y luego el análisis médico del pasaje procedente de ese destino. A todo esto el señor Umpierres lo califica de ¡CIRCO!. Por otra parte se manifiesta en todo momento con una gestualidad de suficiencia y sorna en la que además parece regodearse con las informaciones negativas sobre el eventual incremento en el número de víctimas. No precisamos, e nuestra desgracia, las bravuconadas hirientes y gratuitas del señor Umpierres; en nuestra frágil y vulnerable condición humana continuaremos enfrentando el flagelo, si es que asume tal condición, con el saber y entender de nuestra calificada profesión médica, y las decisiones de las jurisdicciones políticas que han sabido coordinar sus criterios y acción, sin mengua de nuestro sistema federal. Y a lo afectados no los aislamos en sus hogares como este señor pretende, sino que se los remite a centros especiales preparados para su tratamiento; no sabemos hasta donde llegará el problema, pero es bien cierto que manifestaciones y conductas como las del señor Umpierres solo significan una presencia nociva. Más bien sería propio que las instituciones que ejercen la policía de las profesiones que dice representar se expidan sobre sus falacias e improperios, sólo entendible en quien actúa al servicio de un interés bastado, aunque más no sea el de la mera figuración.