jueves, 5 de noviembre de 2009

"ANIVERSARIO DE LA MUERDE DE AGUSTÍN GRINGO TOSCO"











HAY HOMBRES QUE TRANSITAN Y HASTA INMOLAN SU VIDA EN ARAS
DE UNA IDEOLOGÍA EN LA QUE CABALGAN EN POS DE UN MUNDO MEJOR.
AUNQUE LOS JUZGUE EQUIVOCADOS O LÍRICOS UNO LOS RECUERDA CON ADMIRACIÓN, GRATITUD Y EL MAYOR DE LOS RESPETOS.
La primera y única vez que vimos su figura en vivo, suponemos que acababa de salir de la cárcel; apareció en televisión montado sobre los hombres de un compañero de lucha, dirigiéndose a una multitud que lo saludaba por fervor: Nos fue imposible recuperar una imagen que testimoniase ese momento. Daba la impronta de un semidiós pagano, su rostro y las formas de su cuerpo aparecían como cincelados a hachazos por un cultor de la estética expresionista, y su voz, quizás enronquecida por el mal que habría de llevarlo a una muerte muy próxima, tejía un discurso de tal densidad que las palabras parecían solidificarse en el aire.
Supe que desde joven, casi niño, había abrevado tempranamente en la lectura de grandes autores, y terminó por tener una sólida convicción marxista-leninista; llevó tales convicciones a la lucha sindical que habría de desarrollar por años, inicialmente desde su puesto en el sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba y a posteriori en su carácter de Secretario General la Central Córdoba de la Confederación General de Trabajo, puesto al que en una oportunidad fue reelecto estando en prisión.
Como a tantos, los encegueció la propuesta de bien, implícita en las palabras del Luís Blanc, tal vez la formulación más acabada de la solidaridad: “DE CADA CUAL SEGÚN SU CAPACIDAD Y A CADA CUAL SEGÚN SU NECESIDAD”. Le faltó la perspicacia o la faltaron las referencias antropológicas suficientes de que tal premisa de generosidad es inconciliable con la perversidad humana. De allí su desinteligencia con el peronismo, que preconiza la “justicia posible” e instrumenta, organización sindical mediante, los medios para asegurar o por lo perseguir su obtención.
De todos modos, miramos con ternura, casi con amor y desde ya con reconocimiento, y por que no decirlo, con envidia, a quienes dedican su vida y hasta la ofrendan en aras de un ideal.
En el caso de Tosco, murió afectado por una enfermedad que no habría sido fatal en el supuesto de haber tenido adecuada atención, pero eso no fue posible en razón d que tuvo que vivir escondido y huyendo porque la TRIPLE A había decretado su muerte.
A pesar de las advertencias emitidas por las fuentes oficiales en sentido contrario, una muchedumbre acompaño sus restos hasta el cementerio San Jerónimo: de la balacera con que en venganza rastrera se atacó a la procesión, dieron testimonio los millares de zapatos, carteras y demás elementos de uso personal sembrados en lugar por el desbande.
Tenía a la sazón 45 años. Hoy, En el aniversario de tu muerte, UN PERONISTA DE BASE DE RECUERDA CON ADMIRACIÓN Y RESPETO.

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