jueves, 4 de marzo de 2010

"AQUILES": EL GUERRERO MÁS DOTADO Y CECANO A LA INMUNIDAD, AFRONTA DOLOROSAS EXPERIENCIAS EN LA GUERRA.








Los hechos y circunstancias más salientes de la vida de Aquiles son ato conocidas, de modo que nos limitaremos a puntualizarlas de un modo general, para luego, en trabajos venideros analizar aspectos especiales de la vida d este singular personaje:
- Es hijo de Peleo, que reinaba en la ciudad de Ptia, Tesalía; en esa condición es descendiente directo de la raza de Zeus. Su madre, hija de Océano, el dios del Océano, es la diosa Tesalía.
- En su infancia, Aquiles fue bañado por su madre en las aguas del Estinge, el río infernal. Esta agua tenía la virtud de dar invulnerabilidad a quienes en ella se bañaban. Empero, el talón por el que Tetis sostuvo al niño no fue tocado por el agua milagrosa, y quedó vulnerable.
- Quedó al cuidado de del Centauro Fílira y de la esposa de éste, la ninfa Caricio. Cuado alcanzó la edad conveniente lo ejercitaron en las actividades física propias de ese medio, como caza, doma de caballos y, por supuesto, la equitación. También le dieron formación artística, enseñándole a cantar y tocar la lira y Quirón le transmitió un bagaje de virtudes de alto valor ético, como el desprecio por la acumulación de los bienes materiales, la verdad como norte incluadicable de todas sus expresiones y posturas, el consiguiente horror a la mentira, , la resistencia a las malas pasiones, la moderación y la entereza frente al dolor.
Enrolado en la guerra contra Troya, y en el momento de partir, su padre Peleo, ofrenda loa cabellos de su hijo al río que atraviesa la ciudad en que habitan para el supuesto de que éste retorne con vida. Tetis por su parte le advierte del fin que la aguarda: si v a Troya ganará fama y reputación hasta límites inmensos, pero u vida será Breve; si se queda, en cambio. Vivirá muchos años pero en una existencia intrascendente. Aquiles no duda y marcha a la contienda.
Habían pasado nueve años desde la partida, con los consecuentes incidentes que es suponer; en ese punto las desavenencias que ya desde el inicio habían surgido entre Aquiles y Agamenon se rofundizan y el primeo se encierra en una actitud pasiva que amenaza en convertirse en fatal. En vano Agamenón, comandante general de las fuerzas griegas, le envía emisarios proponiéndole la restitución de una mujer que había arrebatado a Aquiles –Briseida - y ofreciéndole una importante compensación complementaria, pero Aquiles se mantiene inflexible; la lucha ya está cerca del campamento, mientras él la contemple impasible desde el puente de su nave.
En ese estado Protroclo, íntimo amigo de nuestro hombre y ya veremos en otro trabajo que bastante más que eso, le pide permiso para acudir en auxilio de los griegos pues los troyanos ya amenazaban con incendiar las naves. Aquiles se aviene a prestarle su armadura. Pero el desempeño de Protroclo solo dura el tiempo en que tardaron los troyanos en darse cuenta que al hombre que estaban enfrentando no era Aquiles, y Protroclo sucumbe bajo los golpes de Héctor. Aquiles experimenta un inmenso dolor. Héctor despoja a Protroclo de su armadura y por un momento griegos y troyanos disputan en torno al cadáver de aquél, hasta que aparece Aquiles, desarmado, cuya voz ahuyenta a los troyanos.
A la mañana siguiente Aquiles va a ver a Agamenón, hacen la paces, Briseida es restituida y convienen en combatir juntos a partir de ese momento.
Se suceden una serie de episodios bélicos. Pero el de mayo interés para nuestro tema sucede de este modo: Aquiles se propone cortar la retirada de los troyanos, pero ya es demasiado tarde para ese fin. Solo Héctor se encuentra fuera de la fortaleza con el genuino propósito de resistir cualquier embate. Pero al identificar a Aquiles siente miedo; uno y otro dan tres vueltas den derredor de la fortaleza: en definitiva se disponen a ese combate singular; en definitiva Aquiles mata a Héctor; éste le advierte que tampoco a su enemigo le queda mucho tiempo de vida; antes de expirar le pide que su cadáver se entregado a Príamo, rey de Troya. Lejos de ello, Aquiles hace una perforación en cada uno de los piés del cadáver, lo une con una soga. Durante doce días Aquiles arrastra, atado a su carro, el cuerpo muerto de Héctor, el que le arrebató su llorado amigo Protroclo.
Al cabo de ese tiempo, Aquiles recibe la sensación de que existe indignación en los dioses por esa falta de respeto a los muertos. Príamo que acude en embajada a reclamarle el cadáver de Héctor, es bien recibido, y Aquiles accede a la restitución del cadáver. Hasta aquí la Ilíada.

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