miércoles, 16 de diciembre de 2009

"MITO DE EDIPO": ¡CON LA VIEJA NO... !







Edipo era originario de Tebas, hijo de Layo y Yocasta; todos sus antepasados reinaron en la ciudad, si bien lo fueron con algunas interrupciones.
Fue concebido bajo un vaticinio negativo, por cuanto un oráculo había advertido a Layo que el hijo que naciese del vientre de Yocasta habría de matar a su padre.
Con el fin de aventar ese riesgo, Layo lo abandonó en el monte Cicerón, cerca de Tebas. Allí lo encontró la reina Peribea, esposa del rey Pólibo, quienes lo recogieron y criaron.
Con ellos pasó su infancia y adolescencia en la convicción sincera de que eran sus padres, pero llegado a la vida viril de algún modo alguien la sembró la duda acerca de su verdadera ascendencia; por tal motivo se decidió a consultar al oráculo de Delfos en busca de certidumbre. Pero la respuesta, como en tantas otras ocasiones, fue ambigua y se limitó a decir que mataría a su padre y casaría con su madre.
Horrorizado frente a tal premonición, y pensando que por padres se refería a aquellos que lo habían criado, se decidió a desterrase para evitar que tales hechos sucediesen, por eso se encaminó a la ruta hacia Tebas.
Cuando iba en esa dirección, coincidió en un cruce caminos con la comitiva de Layo; hubo una discusión y ante un insulto proferido por Layo, Edipo, poseído de ira, lo mató con lo cual el vaticinio original quedó cumplido,
Al llegar a Tebas, Edipo dio pronta y acertada respuesta a las preguntas que le formulara la Esfinge, un monstruo – del cual esperamos ocuparnos en otro trabajo- que asolaba a la ciudad de Tebas. El monstruo, frustrado, se suicidó arrojándose desde un acantilado o según otras versiones, fue atravesado por la lanza de Edipo.
Al librarlos de la Esfinge, Edipo ganó el favor y gratitud de toda la ciudad. Para demostrar su agradecimiento los tebanos le dieron en matrimonio la viuda de Layo, Yocasta, y lo elevaron al trono.
A poco, una peste comenzó a hacer estragos en la ciudad de Tebas y Edipo comisionó a Creonte, hermano de Yocasta, para que interrogase al oráculo en Delfos sobre tamaño mal; Creonte volvió con la respuesta de la Pitia:... la pese no cesará hasta que no se haya vengado la muerte de Layo...
En ese momento Edipo formula una maldición contra el asesino de Layo, que a la postre habrá de caer sobre su cabeza.
Frente a versiones encontradas y que provocaban enfrentamiento entre Creonte y Edipo, Yocasta ofrece como prueba de sus inocencias el hecho de que Layo había sido muerto por unos delincuentes en un cruce de caminos. Al oír esto Edipo pide que le den los informe más circunstanciados de tiempo, lugar y demás características, que le permitiesen cotejarlos en su interior con las vivencias recordadas del incidente vivido en el camino hacia Tebas; se pregunta si no sería él el culpable.
Un emisario que llega de Corinto le informa que Pólibo ha muerto, pero para tranquilizarlo le explica que no era su padre carnal, ya que el en verdad era un hijo expósito. Allí queda cerrado el círculo y todas las dudas quedan disipadas. El relato de cómo se ha encontrado al niño no deja dudas en Yocasta: su propio hijo ha dado muerte a su padre y ella ha cometido incesto con él.
Yocasta se precipita al interior del palacio y se suicida. Edipo se perfora los ojos con el prendedor de Yocasta.
Edipo, víctima d la imprecación que el mismo ha hecho contra el matador de Layo, es desterrado de la ciudad y comienza una existencia errante. Lo acompaña solo su hija Antígona, pues sus hijos se negaron a hacerlo.
Tras largo y penoso deambular, Edipo llega a Ática, donde es recibido con hospitalidad por Teseo, lugar en que finalmente muere y es erigida su tumba.
Es conocida la importancia de este mito para las modernas teorías sicoanalíticas de Freud y sus discípulos, en algún caso con disidencias en su alcance.



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