jueves, 23 de julio de 2009

"CUENTOS Y NOVELAS CORTAS"



Con carácter experimental incoporamos la publicación de textos. Podrán proponerlos cualquier interesado escribiendo a ruagomez@fibertel.com.ar .El presente trabajo es consignado bajo se seudónimo.

"DESENLACE INESPERADO" por El Flaco Manguera


1.-La Noche Posterior al Hecho


Apiñados en el Ford K, que por momentos se quejaba con zumbidos metálicos inequívocos del esfuerzo a que se lo sometía - había trajinado ya más de los trescientos veinte kilómetros - y sin embargo, en la instancia por necesidad se le pedía, y él daba, una velocidad que oscilaba entre los cintos sesenta y ciento setenta, claramente por encima de “la gamba y media” que , su propietario, había anticipado como velocidad promedio en el momento de partir –;los cinco hombres se mantenían en silencio, concentrados con preocupación en el peligro y las implicancias del objetivo que daba sentido al viaje. Quizás el más mentalmente liberado era Beto, ya que los requerimientos del manejo suponían algún grado de fijación en un tema distinto; pero hasta esto era relativo: en la noche la circulación de vehículos era muy escasa y las mayores alternativas que debía enfrentar Beto era definir el sentido de las curvas que se anunciaban unos ochenta metros antes por los focos y que a esa distancia parecían dibujar la presencia de una suerte pared informe al final de la recta. Beto mantenía coche fondeado hasta rozar el inicio de la curva, allí levantaba levemente el acelerador, y una vez apreciada la dirección y agudeza de la torsión, retornaba el pedal hasta la “tabla”, mientras maniobraba para darle al giro la menor alteración , y mantener en lo posible al bólido en un curso rectilíneo. Al inicio del viaje algunos reclamaron más prudencia en el manejo, mediante expresiones como ¡Guarda!, ¡Afloja un cacho en las curvas!, o ¡Nos vamos a dar un palo!, pero tropezaron con la falta de respuesta de Beto, mientras que gradualmente le otorgaban, calladamente, admiración y confianza; a la ves, y esto fue fundamental, las alternativas de la conducción los distraía de sus cavilaciones y otorgaban a la marcha cierto sentido de pequeña aventura que los entretenía y los complacía, aún cuando el auto en ocasiones parecía apoyarse solo en dos ruedas. Sin embargo el nerviosimo y la inquietud, cuando no temor de los viajeros se patetizaba en el consumo de cigarrillos, ya que practicamente encendían uno nuevo con la colilla de la anterior. Ya cuando empezaba clarear, entraron en un área de mayor uniformidad, preanuncio de que se acercaban a una zona urbanizada; a pedido de Beto alguien consultó la hora; cuando le dijeron que era poco más de las siete, contestó ¡Puta llegamos demasiado temprano… vamos a tener que hacer tiempo! Y mientras decía esto puso la velocidad alrededor de noventa por hora… (Continuará)

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