martes, 21 de julio de 2009

"EL MITO DE CASANDRA": LA CREDIBILIDAD PERDIDA

La credibilidad a largo plazo va acompañada de la honradez y probidad moral de quien pretende mantener intangible tan preciado atributo. Es difícil encontrar su origen en una acción engañosa o el incumplimiento de la palabra empeñada; no suele ser fruto de una semilla envenenada o consecuencia de un fraude.


Según la leyenda más generalmente aceptada la dual y torturante situación de Casandra provino del acuerdo que ella celebrara con el dios Apolo. El dios enamorado de ella le había prometido otorgarle la facultad de adivinar el porvenir si ella accedía a sus pretensiones de amor. Casandra aceptó el pacto, pero una vez recibido el tan valioso don profético, se rehusó a cumplir su parte de lo acordado. Apolo, ante el desaire se vengó mediante un artilugio que dejó intacto en Casandra el don de vaticinar acertadamente el futuro pero le retiró el de la persuasión. Alguien dijo que las deudas de juego son sagradas y el parecer en el Olimpo ocurría lo mismo con las emanadas de una promesa de prostitución, ya que no otra cosa es, en sustancia, el convenio celebrado entre Apolo y Casandra; pero esta evaluación de tipo ético es ajena a nuestro propósito. Acaso la sanción fuese onerosa en exceso, pero lo cierto que Casandra quedó con las terribles vivencias de profetizar el provenir con acierto, pero que nadie le creyese…y ser testigo de lo fatal de las consecuencias. Ciudadana de Troya, ya cuando Paris regresa a la ciudad con Elena, manifiesta, sin que nadie le preste atención, que aquel rapto ocasionaría la destrucción de la ciudad. Luego, en el momento de introducirse el célebre presente griego, el enorme caballo de madera, ella anunció a viva voz que en su interior se ocultaban soldados enemigos que habrían de atacar ni bien la fuerzas locales se encontrasen bajo el efecto de La celebración del supuesto fin de la guerra. Tampoco en esta oportunidad nadie le creyó, con las consecuencias por todos conocidas. La historia de Casandra no termina aquí, sino que ofrece otras alternativas interesantes, ya no vinculadas ese atormentador atributo sino con los encantos de mujer apreciados en este caso por uno de los jefes vencedores. Pero es otra historia; tiene sus peculiaridades y esperamos poder ocuparnos de ella en un trabajo futuro.

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